Yo alucino cuando oigo que al derbi llegan los dos equipos igualados y que no hay favorito. Para dilucidarlo, no hay que remontarse a épocas pasadas, ni a títulos conseguidos, ni a las estadísticas, simplemente hay que mirar a la actual clasificación, y nos encontraremos con el dato, completamente demoledor, de que el Sevilla le saca 23 puntos de ventaja y de que la diferencia de goles es de +5 en el caso del Sevilla y de -33 en el caso del Betis.
Ahora bien, tan importante es tener claro que el Sevilla es favorito como que ese favoritismo no sirve absolutamente para nada. Si acaso, para las casas de apuestas y para que el Betis se encierre sin ningún pudor en su área, con el único objetivo de sorprender al contragolpe.
Y, por supuesto, el que el Sevilla sea favorito no garantiza el éxito. Cualquier equipo nos puede hacer daño si no se hacen las cosas bien, como ya hemos visto esta temporada en múltiples ocasiones.
Si logramos contener la euforia y no afloran los excesos de confianza, no creo que tengamos problemas para superar al Betis. Pero ya sabemos lo caro que puede salir el despreciar a un equipo inferior, pues tenemos aún reciente el caso del Racing, los tres goles que nos hizo el Maribor u otros partidos de liga.
Hoy por hoy, afortunadamente, el Betis está a años luz del Sevilla, en todos los aspectos, pero eso no cuenta para eliminatoria que comienza mañana. Lo único que vale es lo que se haga sobre el césped. Pero, por favor, ¿cómo no va a haber un favorito para el partido de mañana? Y, además, jugando en casa. El favorito es el mismo que el de todos los derbis: el Sevilla FC, que todo el mundo sabe que nació para dominar no sólo esta ciudad, sino Andalucía entera.