Una de las cosas que más me llamó la atención del Atlético de Madrid-Sevilla fue la actitud de Kevin Gameiro durante el partido. Dado el buen rendimiento de Bacca, el francés es habitual suplente, pero en la segunda parte tuvo su oportunidad. Sin embargo, a pesar de entrar en el minuto 45, parecía que saltó ya cansado al terreno de juego. Y es que no se puede correr tan poco, ni tener tan poca alma como Kevin Gameiro. Ni siquiera cuando nos quedamos en inferioridad numérica, por la expulsión de Alberto Moreno, se dignó a presionar y ayudar en defensa. A esas alturas, a pocos minutos del final, era el único jugador que iba andando.
Kevin Gameiro era el fichaje estrella de la temporada, haciendo el club un importante desembolso para traerlo. Empezó de forma muy prometedora: de titular y haciendo goles, pero con el paso de las jornadas se ha ido diluyendo, de manera alarmante. Y lo peor es su falta de implicación, porque a un jugador le pueden no salir las cosas, pero lo que no puede, ni debe, nunca, es no esforzarse. Y eso que se supone que él es el primer interesado en hacerlo bien, porque quiere ir al Mundial, pero ni por esas.
Creo que todos los sevillistas esperábamos mucho más de Gameiro. Bien haría Emery y el Presidente en apretarle las clavijas, porque como siga en ese plan, mal lo vamos a tener cuando Bacca no pueda jugar.
Entiendo que Gameiro necesite un período de adaptación –sobre todo en su caso, que no conoce el idioma– pero lo que no admito es que no ponga todo de su parte cuando salte al terreno de juego. Y eso es justo lo que vi en el césped del Calderón y es justamente lo que no se puede permitir a ningún jugador que lleve nuestra camiseta. Y mucho menos, ganando lo que gana. Que no sé lo que es, pero seguro que mucho.
Hasta ahora, Gameiro es el fichaje más decepcionante del Sevilla 2013-2014, con bastante diferencia. Esperemos que se esmere. Un poquito de pundonor nunca viene mal.