Tras escuchar las primeras declaraciones y entrevistas del nuevo Presidente del Sevilla –el 33º Presidente de la historia–, tengo la misma sensación que cuando fue elegido Roberto Alés o José María Del Nido: que sería un gran Presidente.
En mi opinión, Castro tiene todas las características que debe tener un Presidente: ilusión, conocimientos, confianza y, sobre todo, un sevillismo que está fuera de toda duda. También está sobrado de experiencia, pues lleva muchos años como Vicepresidente, y no ocupando una Vicepresidencia cualquiera, sino la de Jose María Del Nido, que ha sido uno de los mejores presidentes de los casi 124 años de historia sevillista.
Estoy seguro de que Castro se dedicará en cuerpo y alma al Sevilla fútbol club y de que, si se rodea de personal cualificado y de su confianza, volveremos a conseguir éxitos deportivos en pocos años. En este sentido, sería muy importante que lograra convencer a Jose María Cruz para que formara parte del nuevo proyecto. Ya ha sido capaz de convencer a Monchi, quien tenía clarísimo que había llegado su momento de dejar el Consejo. Pero al de San Fernando su sevillismo le ha vuelto a dejar sin «credibilidad» y se ha echado para atrás, incapaz de negarse a la petición de Castro. Yo, particularmente, después de esto sigo creyendo más aún en Monchi de lo que ya creía. Para mí, tiene toda la credibilidad del mundo. Para mí es una tranquilidad y una alegría que una persona como Monchi siga en el Consejo y, sobre todo, a cargo de uno de los departamentos más importantes de la entidad: la Secretaría Técnica.
Con quien no ha podido contar Castro es con Manuel Vizcaíno. En este caso, a pesar de las alabanzas que recibía de Del Nido, no me parece que la marcha de Vizcaíno sea un inconveniente. Desde fuera, me da la impresión de que es perfectamente sustituíble, pues ha tomado decisiones que creo que no han sido acertadas y que incluso han dividido al sevillismo, como pueden ser la supresión del carnet infantil, la polémica con los escudos –que para mí no es tal–, el banquillo de las chalchichas o la incapacidad de encontrar un patrocinio para las camisetas.
A Castro ya sólo le falta un poquito de suerte, que es totalmente necesaria para triunfar en el fútbol. Y ojalá que la encuentre, porque sus triunfos serán los de todo el sevillismo.