Archivo diario: 21/10/2013

Valladolid 2 – Sevilla FC 2. Emery volvió a liarla

Partido casi sentenciado, con un 0-2 y un Valladolid que se las ve y se las desea para crear ocasiones de gol. Pasan los minutos y llegamos al 67. El Valladolid, a esas alturas, hace los tres cambios y el Sevilla ninguno. Evidentemente, algo no va bien. Nuestro entrenador no reacciona a los movimientos tácticos del rival, cuyos cambios tienen un marcado sentido ofensivo. Lógico, pues iban perdiendo 0-2 y se les acababa el tiempo. En cualquier caso, ya era hora de que el Sevilla hiciera el primer cambio, aunque sólo fuera para refrescar a los jugadores más cansados.

¡¡Aleluya!! Minuto 77, Emery, por fin, hace el primer cambio, a falta de 13 minutos para el final. Pero, incomprensiblemente, el jugador que entra al terreno de juego es Diego Perotti, un jugador ofensivo. ¿A cuento de qué viene, con una ventaja de dos goles y con el partido en la recta final, el meter a Perotti? ¿Acaso se quería hacer el 0-3? Pues si era eso lo que pretendía Emery, en mi opinión no podía estar más equivocado, pues no era necesario hacer más goles, sino mantener la ventaja y controlar un partido que estaba, como digo, casi sentenciado.

Pero si ya el primer cambio hizo llevarme las manos a la cabeza, el segundo ya me dejó con la boca abierta. Resulta que un par de minutos más tarde, Emery tiene la genial idea de dar entrada a Kevin Gameiro. Delantero por delantero. En mi opinión, el jugador francés no tendría ni que haber ido convocado, ya que había sido duda por molestias musculares, durante toda la semana. Además, habría sido el momento perfecto para tener un detalle con Rusescu. Pues nada, Gameiro tuvo sus minutos, con el consiguiente riesgo de recaída, cuando lo que el partido estaba pidiendo a gritos era la entrada de, por ejemplo, Cristóforo, que a buen seguro habría reforzado con éxito el centro del campo. Con esta vital zona en nuestro poder, la victoria habría caído por su propio peso, sobre todo porque el Valladolid atacaba a la desesperada y habríamos encontrado muchos espacios a la contra.

¿Y el tercer cambio? Pues ése fue el «toque de humor de Emery». Ni siquiera lo hizo. Le estaría gustando tanto el partido que ni siquiera lo consideró necesario.

En el minuto 81 llegó el gol de Manucho. Gol previsible, porque el propio Manucho ya había avisado antes, en un par de ocasiones. El congoleño, ex del Manchester United, se imponía con facilidad por arriba, y desde el banquillo no se encontraron soluciones. Si es que acaso se buscaron. El gol fue un remate a placer, donde le ganó la partida a un Fernando Navarro que ni siquiera saltó, ni incomodó al ariete vallisoletano. Fernando Navarro, desde luego, tampoco parecía el más apropiado para marcar a Manucho.

Tres minutos más tarde, en el 84, se hace una falta en la frontal del área que nunca debió de haberse producido. Valdet Rama entra como Pedro por su casa, atravesando un centro del campo que tendría que haber estado cerrado a cal y canto, hasta que llega a la frontal y es derribado. Para nuestra desgracia, el Valladolid cuenta con un lanzador de primera, como es el alemán Patrick Ebert. Y en esta ocasión no perdonó –en la primera parte lanzó otra falta muy peligrosa–, logrando el empate.

Restaban seis minutos para el final, más el descuento, y si soy sincero, llegué a temerme lo peor. Un valladolid lanzado atacaba a un Sevilla que estaba grogui: con sus jugadores cansados, desmoralizados y con un entrenador incapaz de reaccionar. Afortunadamente, el desastre no fue total y pudimos traernos un mísero punto, que aunque parezca que no sirve para nada, nunca se sabe qué puede significar a final de temporada.

Quizás Emery debería aprender algo de ajedrez, deporte éste que parece que no tiene muchas similitudes con el fútbol, pero donde los jugadores tienen que contrarrestar contínuamente los movimientos del rival y donde el jugador que consigue dominar el centro tiene todas las papeletas para llevarse la victoria. Igual si Emery aprende esas dos cositas, le iría mucho mejor.

Pero, para ser justos, Emery no tiene toda la culpa de la derrota de ayer. Tiene gran parte de culpa, pero no toda, porque el Sevilla creó ocasiones más que suficientes para haber logrado el 0-3.  No se puede perdonar tanto, porque estamos en Primera División. Y una de las leyes del fútbol es clara: Quien perdona, pierde. Y por eso perdimos dos puntos.

No es cuestión de mala suerte, no es que estemos gafados. Es cuestión de hacer las cosas bien, desde el terreno de juego y desde el banquillo. Así de simple y, por lo que se ve, tan complicado.