Cuando finalizó el partido en el Camp Nou, Fernando Navarro se despachó a gusto. No pudo ser más claro: «Ha sido un robo», para continuar después: «El Barcelona es un gran equipo, pero cuando no puede, tira de otras cosas».
También hay otras formas de encajar los atracos arbitrales, como diciendo esa estupidez, que se ha convertido ya en una frase hecha, de «los árbitros unas veces te dan y otras te quitan», o simplemente callando. Esto último es lo que hace Del Nido y, por tanto, el club. Según nuestro Presidente, no sirve de nada quejarse de los árbitros, porque es peor, de modo que las quejas hay que hacerla en el foro adeacuado. Es decir, que piensa que, si se queja ostentosa y públicamente, los árbitros van a tomar represalias –muy democrático y justo, por cierto– y que, por tanto, lo mejor para el club es quejarse por lo bajini, para que los «señores de negro» no se enfaden.
Pues visto lo visto, parece que la táctica de Del Nido no da resultado alguno. Por supuesto, el quejarse de los árbitros tampoco, pero al menos nos desahogamos y llamamos a las cosas por su nombre. Vamos, lo que se llama el derecho al pataleo.
En este sentido, yo soy más de Fernando Navarro que de Del Nido. Encima de que te dan palos una y otra vez, lo que no pude hacer uno es callarse. Yo, al menos, me subo por las paredes cuando nuestros directivos se muerden la lengua cuando los árbitros nos machacan de manera descarada. A fin de cuentas, ¿qué podemos perder? ¿Nos pueden tratar peor aún? En este punto, conviene recordar que han transcurrido sólamente cuatro jornadas y ya nos han anulado dos goles legales que a buen seguro no se los habrían anulado a los equipos poderosos de nuestra liga. Esos goles nos habrían situado en la zona alta de la tabla, muy alejados del puesto de descenso que ocupamos actualmente. Pero no importa, que esos señores tan buenos y tan justos que dirigen los partidos –nunca mejor dicho– , seguro que ya nos darán lo que nos han quitado. Mientras tanto, yo esperaré sentado, por si acaso.
Resulta evidente que la falta de respeto del estamento arbitral hacia el Sevilla es total, y salta a la vista para todos. Incluso Diario de Sevilla publicaba ayer un artículo titulado «El robo de la marmota«, un título que viene que ni pintado, puesto que en unos días va a cumplirse un año del robo de Mateu Lahoz, en aquel Sevilla 2 – Barcelona 3 de infausto recuerdo. Aquel partido fue idéntico al del pasado sábado. Sólo cambió el estadio y el árbitro. El Barcelona únicamente pudo superar al Sevilla con la ayuda arbitral, siendo el mismo resultado y decidiéndose el partido en el tiempo de descuento.
Me pregunto qué interés tiene para el aficionado del Barcelona o el Madrid ver ganar a su equipo siempre, lo merezca o no. Quizás es que yo tenga espíritu deportista, pero a mí no me gustaría ganar con un gol en fuera de juego o un penalti inexistente. Como deportista, no me gustaría que me regalaran nada. Claro que el fútbol profesional, y más el español, no es un deporte, sino un negocio. Un negocio que apesta a podrido. Cada día que pasa, huele peor. Y lo más triste es que ni siquiera se vislumbra una solución a esta #ligademierda.