Ya lo avisaba en mi anterior post: Muñíz Fernández sería uno de los obstáculos a superar por el Sevilla en el Nou Camp. No es que yo sea un adivino. Simplemente, es algo que se viene repitiendo desde siempre, es algo que vengo contemplado desde pequeño. Pasan las décadas y todo sigue igual, nada cambia. Al final, los equipos poderosos te ganan por las buenas o por las malas, te ganan por la calidad que tienen, o porque interviene el árbitro corrupto de turno, ya sea Mateu Lahoz, Muñíz Fernández… hay muchos, demasiados. A pesar de todo, yo no acabo de acostumbrarme a estos robos descarados típicos de una #ligademierda. Lo único que ocurre es que ya han conseguido que sólo siga a mi equipo y que los demás partidos de esta pantomima de liga me importen un pimiento.
En cuanto al partido, el Sevilla hizo lo que tenía que hacer: contener al rival en el centro del campo e intentar sorprender a la contra o a balón parado. El Sevilla lo hizo bien hasta que un despiste permitió a Dani Alves rematar a placer. Después llegó el show de Muñíz, que anuló un gol a Cala, no se sabe muy bien por qué.
Sin embargo, el tiquismiquis del árbitro, no vio nada impune en el segundo gol del Barcelona, donde Messi derriba a Fernando Navarro antes de rematar a gol, ni en el tercero, donde, de nuevo Messi, derriba a Alberto Moreno, que le había ganado la posición. Este último gol, pasando ya un minuto de la prórroga. Hablando claro: una vergüenza. Lo decía sin tapujos un indignadísimo Fernando Navarro, que hablaba de robo ante los micrófonos de Canal +. En fin, nada de lo que debamos de extrañarnos a estas alturas.
El partido, a pesar de la derrota, deja señales para la esperanza, pues el equipo mostró un buen nivel, con jugadores como Rakitic, Vitolo, Jairo, Cristóforo, Cala, M’Bia… Pero tampoco hay obviar que estamos sólo con dos puntos, que nuestros goles no valen –ni la pasada jornada ante el Málaga ni en esta ante el Barcelona– y que siguen sin respetarnos los árbitros.
Ahora, a intentar olvidar lo antes posible este nuevo atraco y pensar únicamente en el Valencia, otra plaza complicada, pero ni mucho menos imposible de conquistar.