Derrota totalmente inmerecida la de ayer, pues si alguien buscó la victoria fue el Sevilla. El Atlético se dedicó, durante todo el partido, a aprovecharse de la impunidad que le otorga su camiseta.
A un equipo que está situado en tercera posición se le presupone ambición y calidad. Sin embargo, el Atlético renunció a jugar desde el pitido inicial. Atrincherados en su campo, se limitaron a defender con mucha violencia y a esperar un contragolpe que llegó en pocas ocasiones. En una de esas contadas ocasiones llegó el gol, que debió ser anulado por clara mano previa.
Por una cosa o por otra, se nos han ido y se nos irán muchos puntos. Cuando no es por fallos infantiles en defensa, es por perdonar demasiado arriba –como ayer–, o porque el árbitro nos saquea –como ayer también–. Es incomprensible que el árbitro perdonara la tarjeta roja a Falcao –por codazo a Cala en un salto–, Mario Suárez –el que juega el balón con la mano en la jugada del gol–, por criminal entrada a Jesús Navas, o que permitiera que Diego Costa acabara el partido. Si González González tuviera un poquito de dignidad, habría echado al Brasileño.
Lo de Diego Costa es un tema aparte. Es el jugador más antideportivo de la liga con diferencia. En Madrid lo llaman pillo pero aquí y en el resto de España recibiría otros calificativos más apropiados y malsonantes. Se llevó todo el partido provocando y riéndose del árbitro, que no se atrevió a expulsarle ni cuando le protestó en su cara, ni cuando simuló una agresión al estilo Cesc. Esa jugada no admite discusión: o expulsa a Cala por agredir–opción incorrecta– o expulsa a Diego Costa por simular agresión –opción correcta–. Pero lo que no puede hacer es verlo y no pitar nada. La misma táctica utilizó en muchos lances del juego donde debió mostrar tarjeta amarilla.
Lo del tema arbitral ya es cansino e indignante. Es digno de estudio, pues prácticamente se da en todas las jornadas. Cuando no es un arbitraje sibilino –distinto rasero pero sin errores graves–, es un robo en toda regla, como en el caso de ayer, o la pasada semana en el Villamarín, o la anterior en casa, ante el Athletic Club de Bilbao, aunque en esta ocasión ganamos el partido, a pesar de que Mateu Lahoz puso todo de su parte para que no fuera así.
Esta temporada no se ha hecho una buena planificación deportiva, pero pienso que, de haber tenido arbitrajes normales, no deberíamos haber tenido problemas para estar en puestos europeos. Solamente con estos dos últimos partidos, tendríamos cinco puntos más. Eso sin contar con los arbitrajes del Sevilla-Barcelona –Mateu Lahoz–, el Español-Sevilla –Muñiz Fernández–, y otros tantos que han sido determinantes.
Es normal y justo que paguemos nuestros propios errores, que han sido muchos, pero ya clama al cielo que tengamos que pagar también los errores ajenos. Mal futuro nos aguarda si tenemos que llevar una carga tan pesada.