Es una realidad que nos hemos desplomado en la tabla y que, como no cambiemos radicalmente, y pronto, lo vamos a pasar bastante mal. Para empezar, es absurdo plantearse la clasificación para una competición europea cuando el equipo muestras tantas carencias, jornada tras jornada.
Si a estas alturas, llegando casi a la mitad de la liga, sólo hemos sido capaces de lograr 19 puntos en 16 partidos, es porque estamos haciendo las cosas muy mal. Son números de descenso. Por tanto, hay motivos de sobra para la preocupación.
De todos los defectos que tiene el equipo, hay dos que son los más preocupantes: la fragilidad defensiva y la falta de gol. Esta conjunción de elementos lleva, como bien dice nuestro jugador Fernando Navarro, a tener que esforzarse mucho y, normalmente, conseguir poco premio, o ninguno. Y esto, es lo que nos ocurrió, sin ir mas lejos, el pasado sábado. El rival tiene que hacer muy poco para ponernos en apuros. Si jugamos mal, perdemos, pero si jugamos bien, pues también.
Los dos defectos son difíciles de corregir, sobre todo cuando no se tiene dinero, como es el caso. En defensa nos hace falta un jugador con experiencia, calidad y que vaya bien por alto. Resumiendo, un jugador tipo Demichelis, que aparte del gol del Málaga, creo que hizo un partidazo. Pero claro, un jugador así cuesta dinero. Nosotros tenemos a tres jugadores que, teóricamente, son de un nivel medio-alto, como Spahic –internacional por Bosnia–, Fazio –campeón del mundo sub-20 con Argentina– y Botía –internacional sub-21 español–. Lo cierto es que ninguno de ellos se impone y tiene cierta regularidad, y cuando no falla uno, fallan los otros. También está la opción de Cala, pero, cuando ha jugado, me ha defraudado enormemente. Para colmo, la decisión de Míchel de quitarle la titularidad a Palop no ha hecho más que empeorar las cosas.
Para estar arriba, tenemos que tener una defensa hermética, y la nuestra hace aguas con demasiada facilidad.
Y el otro problema grave es la falta de gol. Al jugar sólo con un delantero, éste tiene que ser un fuera de serie, una máquina de hacer goles. Y ni Negredo ni Babá se ajustan a ese perfil. Y, en cualquier caso, la responsabilidad ofensiva no debe recaer únicamente en el delantero, sino que los centrocampistas también deben aportar gol. Y, desgraciadamente, ése no es nuestro caso.
Si encajamos goles con facilidad y nos cuesta un mundo hacerlos, el resultado final, por lógica, no puede ser bueno.
Pero si estos dos problemas no fueran suficientes, tenemos que hacer frente a otros dos que no son menos importantes: el ambiente en nuestro estadio y los «errores» arbitrales, que en algunos casos son tan increíbles e ilógicos que probablemente no se volverán a repetir en la historia del fútbol, pero que nos han costado unos puntos que no volverán.
Sobre el tema arbitral no hay solución posible. Estamos a merced de los árbitros, y ya se ha demostrado que quejarse no sólo no sirve de nada, sino que además es contraproducente.
En cuanto al ambiente en el estadio, se puede encontrar una solución, pero no es nada fácil. Lo cierto es que el comportamiento de los Biris deja mucho que desear, y el club está entre la espada y la pared, pues pesa sobre el Sevilla una amenaza de cierre del estadio. Parecía que se había llegado a un acuerdo en el Sevilla-Betis, pero, según Del Nido, hubo incidentes en la grada baja de gol norte, con lo cual se volvieron a restaurar las medidas de control.
Demasiados problemas juntos, y además, como digo, no son fáciles de solucionar. No obstante, no todo es negativo, pues hay datos que llevan a la esperanza. Por un lado, a pesar de que lo estamos haciendo tremendamente mal hasta la fecha, hay bastantes equipos que lo están haciendo aún peor. Y por otro, y pienso que es lo más importante, el equipo, aun con todas las carencias que muestra, ya ha demostrado que puede jugar muy bien al fútbol y ser competitivo. Es decir, hay equipo para estar bastante más arriba.
Pero el movimiento se demuestra andando. En nuestro caso, ganando en Anoeta. Un estadio donde ya nos pasaron por encima, con una facilidad pasmosa, la temporada pasada, en el que fuera el debut de Míchel como sevillista.
Como dice Jesús Navas, ya todo serán finales. El jueves tenemos la primera. Y las finales sólo vale ganarlas.