El Consejo de Administración del club publicó ayer las medidas de control a adoptar para intentar poner fin a los actos violentos de una minoría de delincuentes o gamberros que se ocultan en la grada baja de gol norte.
En mi opinión algunas medidas son acertadas y otras no tanto. Para empezar, ha hecho bien el Consejo en destacar el comportamiento de la inmensa mayoría de los aficionados que ocupan gol norte, pero después anuncia unas medidas que, de llevarse a cabo con meticulosidad, provocarán muchas molestias a los abonados que ocupen esa zona del campo.
Me parece un acierto la decisión de implantar un nuevo carnet con fotografía para los abonados de tribuna baja y banco de pista de Gol Norte. Ahora bien, no tiene ningún sentido hacerlo si después, no se va a comprobar, una por una, a todas las personas que accedan al estadio. Y eso implicaría un aumento del personal de seguridad y un incremento del tiempo que necesitará el abonado para acceder a su asiento. Sin duda, será bastante incómodo para el aficionado, pero parece que la intención es aplicar las medidas a rajatabla, ya que aconsejan llegar al estadio con una hora de antelación.
Por otro lado, no me parece bien que no se puedan comprar entradas para la grada baja de gol norte. No es justo que una persona de esa zona no pueda ir con un familiar o un amigo que no sea abonado. Tampoco me gusta la medida que dificulta el cambio a gol norte, ya que, a partir de ahora, los abonados que quieran cambiarse a esa zona del estadio deberán haber sido socios durante las últimas cinco temporadas o ser presentados por dos abonados.
Pienso que todo debería haber sido más sencillo. El club conoce perfectamente a los violentos. Si no a todos, sí a buena parte de ellos. Para eso están las cámaras de seguridad. Por tanto, en primer lugar, debería haber empezado por expulsar a los que ya tiene fichados, y, en segundo lugar, dejar bien claro que, de ahora en adelante, si a algún imbécil se le ocurre meter en el estadio bengalas, tirar objetos, invadir el terreno de juego, o cualquier otra acción que acarree perjuicios a los aficionados o al club, no volverá a pisar más el Ramón Sánchez Pizjuán.
Y si para echar a los violentos, hay que instalar el doble de cámaras o contratar a más personal, pues que se haga. Lo que no puede ser es que todas las temporadas se nos vaya un buen dinero en multas y que incluso corramos riesgo de que nos cierren el estadio. Y, sobre todo, no se puede permitir que unos cuantos descerebrados desprestigien tanto al Sevilla FC como a su hinchada.