La liga española es la peor de Europa, con diferencia, porque está adulterada desde el inicio. En mi opinión, nuestra liga es una competición de nivel bajo, pues no reciben igual trato todos los equipos que la disputan, algo que considero que es básico en todo torneo medio decente. La liga está claramente dirigida para que la ganen Madrid o Barcelona. Ellos son las estrellas, los que generan más dinero para la Federación y las televisiones, y, por tanto, reciben claros privilegios en ingresos por televisión, horario de los partidos, comités sancionadores, árbitros, y ahora ya, lo último, el calendario a la carta.
Y todo viene porque Mourinho puso el grito en el cielo la pasada temporada cuando se le acumuló la semifinal de Champions con el Bayern de Munich y el encuentro contra su archirival, el FC Barcelona. Encuentro éste que, como todo el mundo sabe, es el partido del milenio y consigue paralizar, durante 90 minutos, cualquier actividad en todas las galaxias del universo conocido y por conocer.
Demasiados partidos importantes en poco tiempo, aunque se tenga una plantilla plagada de super-mega-estrellas del balón. Y eso es algo que hay que solucionar. ¿Y cómo se soluciona? Pues fácil: con el calendario a la carta. Bueno, mejor dicho, con el calendario exclusivo o personalizado. Porque el calendario ya estaba manipulado de antemano. Hasta ahora se escogían unas fechas para los encuentros Madrid-Barcelona, buscando que no fueran demasiado pronto ni demasiado tarde, no fuera a ser que la liga ya estuviera decidida. Lo que se persigue es conseguir la mayor audiencia posible. Se entiende que el segundo partido entre estos dos equipos es el más decisivo para el título de Liga –lógicamente, con tantas ventajas, se da por hecho que la liga es para uno de ellos– y, por lo tanto, será el partido que más audiencia registrará de todo el campeonato, con lo cual se cuidará muy mucho que caiga en buena fecha. Así, este segundo partido no puede caer en las tres últimas jornadas, no fuera a ser que la Liga ya estuviese decidida, y, por supuesto, no se puede permitir que un Madrid-Barcelona careciera del más mínimo interés. También se intenta que su primer enfrentamiento no tenga lugar antes de las siete primeras jornadas, porque entonces sería demasiado pronto y no tendría gran incidencia en el devenir del campeonato. Y por si fuera poco, se intenta que no coincida con Navidad, ni en Semana Santa y, a ser posible, tampoco en el puente de mayo.
La verdad es que ya hasta me extraña que no intenten evitar que coincida el duelo con la conjunción de Venus y Júpiter. O igual también lo tienen previsto. Cualquiera sabe.
Y en la Copa del Rey, más de lo mismo. Lo que vende es una final entre los dos grandes, de manera que se intentará que no se crucen hasta la final. Y ya de paso, se asegura también una Supercopa de España entre ellos, que se juega a doble partido. Y si se tiene que llevar la Supercopa a China, para ganar más dinero, pues se lleva. Total, lo importante es la audiencia y el dinero, y no el aficionado, que cada día que pasa queda más claro que es lo de menos.
En fin, es lo que hay: el Madrid y el Barcelona reciben toda clase de mimos, y a los demás que les parta un rayo.
Estoy tan harto de esta liga de mierda –no tiene ya otro nombre– que, si no fuera porque soy un adicto al Sevilla, habría dejado de ver fútbol hace tiempo. Fútbol español, claro está, porque menos mal que, a los que nos gusta este deporte, aún nos queda la Premier League.