Me importa un pimiento

Me sorprendía mi hermano, este pasado sábado, cuando me llamó por teléfono para preguntarme cómo iba el Betis-Barcelona. Mi sorpresa era lógica, porque nunca me pregunta por el Betis. Ni siquiera conoce mucho de los nombres de los jugadores béticos. Cuando le pregunto para qué quiere saberlo, me dice que es porque no quiere que el Betis quede por delante de nosotros.

Yo, la verdad, no me explicaba cómo, a estas alturas, podría importarle lo que hiciese el Betis. Según él, es por una compañera de trabajo bética que es muy pesada, de las que no se callan ni debajo del agua. Y ahí es donde ya me descuadró totalmente. Le dije, simplemente, que a mí el Betis me importaba un pimiento –bueno, en realidad, no dije pimiento, sino otra palabra bastante malsonante– y que no entendía que, después de lo vivido en los últimos años, se dejase achantar por un bético. Simplemente, tendría que enseñarle el pasatiempo de «las siete diferencias«, y que si el bético tuviera algo de sensatez, debería de callarse en el acto.

También me dijo que si el Betis quedara por encima del Sevilla, eso implicaría bastantes miles de socios menos. No sé si habrá sevillistas que piensen así, pero a mí esa forma de pensar me parece, cuando menos, absurda. Sería muy triste y un sinsentido que alguien decida sacarse o no el carnet dependiendo de lo que haga otro equipo. Y desde luego, si alguien hace eso, muy sevillista no debe de ser.

Yo creo que, ahora mismo, la mayoría de los sevillistas no se interesan por el Betis. De hecho, en el último Sevilla-Betis me dio la impresión de que no era un partido de la máxima rivalidad. Al menos, no era como se vivía antes. Hacía ya varios años que no se jugaba un Sevilla-Betis, pero había mucho menos ambiente en la grada, comparado con otras ocasiones, y nuestros jugadores no salieron con la intensidad con la que se solían emplear en los derbis. Quizás influyó también el que el aficionado sevillista viera ya muy complicada la clasificación europea tras el mazazo del 5-1 del Getafe, el 1-1 ante el Levante –rival directísimo– y el 3-0 del Bernabéu.

Tengo claro que la rivalidad con el Betis debe reducirse sólo a los dos enfrentamientos anuales –o cuatro si nos vemos las caras en la Copa del Rey–. El objetivo del Sevilla debe ser clasificarse para Europa, y si no es así, quedar lo mejor clasificado posible. Siempre preferiré quedar el noveno que el décimo, aunque a efectos económicos sea lo mismo.

La rivalidad extrema no lleva a ningún lado. Lo que hagan los demás, debe traernos sin cuidado. Hay que evitar la cortedad de miras. Por tanto, me parece ridículo el término «liga particular» que tanto gusta a los periodistas de por aquí. Particularmente estúpida, diría yo.

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