Archivo diario: 15/02/2012

Toca arrimar el hombro

Nuestro equipo está pasando por una situación complicada, muy complicada, y totalmente inesperada. Nadie podía pensar en pretemporada que, a estas alturas, estaríamos tan cerca de la zona baja de la tabla. Con lo cual, la ilusión que teníamos todos en pretemporada se ha convertido en decepción y desesperación.

Estamos pagando el precio de no haber hecho las cosas bien, quizás durante demasiado tiempo. Han quedado atrás los días en que íbamos a ver a nuestro equipo pensando en cuántos goles le caerían al rival, casi dando por hecho que ganaríamos, a poco que estuviéramos medianamente acertados.

Ahora la realidad es bien distinta. Ver al equipo se ha convertido en un verdadero suplicio. Es duro ver cómo transcurren los minutos y tu equipo se muestra incapaz de superar a cualquier rival, por flojo que sea, y que, además, no tiene capacidad de reacción. Da la impresión de que el partido podría durar 180 minutos y seguiríamos sin ser capaces de hacer ni un solo gol. Nos cuesta un mundo crear ocasiones y cuando tenemos la oportunidad, o tiramos al palo, o fallamos estrepitosamente o nos da por convertir al portero rival en candidato a la Selección Nacional. O nos anulan los goles injustamente. Que ésa es otra. Ya se sabe el dicho sobre el perro flaco.

En el último partido, contra la Real Sociedad, se pudieron apreciar con mucha claridad todas las carencias que tiene este equipo. Cuando finalizó el encuentro, se me quedó una cara de funeral que aún hoy no ha desaparecido por completo. Me daba cuenta de que la situación era más grave de lo que pensaba, pues ni siquiera con un nuevo entrenador –juzgarlo es absurdo, porque hace una semana que ha llegado– el equipo fue capaz de mostrar mejoría.

Precisamente por eso, por la gravedad extrema de la situación, es por lo que hay que arropar al equipo. El próximo partido, contra Osasuna, no es que sea importante, es que es crucial. Nos hemos metido en el ojo del huracán, y como no salgamos de ahí pronto, podemos volar en pedazos. Así que no hay excusas que valgan. No podemos abandonar al equipo en estos momentos. El sábado hay que ir al Ramón Sánchez Pizjuán a animar al equipo, a pesar de que esta temporada el equipo no esté ofreciendo nada y el buen juego haya pasado a la historia. A pesar de la desesperación que produce su juego, a pesar de que el nuevo entrenador no guste a la mayoría de aficionados, a pesar de la hora y del más que posible frío, no tenemos más remedio que hacer de tripas corazón. ¿O es que vamos a dar de lado al equipo, justamente ahora, que es cuando más nos necesita?

No quiero ni pensarlo. Es lo único que le faltaba al Sevilla, que le falle lo más valioso que tiene. Ése sería su fin.