Archivo diario: 12/12/2011

Dentro de lo malo, lo menos malo

Si no somos capaces de ganar en campos como el del Levante, difícil estará clasificarse para la Champions o, incluso, para la Europa League. No obstante, tengo esperanzas de que algún día dejemos de regalar goles a nuestros rivales y de fallar goles cantados, esos goles que parecen complicados que no entren pero que, por una cosa o por otra, los fallamos de manera incomprensible.

Mientras ese día llega –si llega–, lógicamente, lo mejor que puede pasar es que nuestros rivales directos también fallen. Y eso es precisamente lo que ha pasado en la pasada jornada:

Aunque considero al Valencia como el más firme candidato a ocupar el tercer puesto a final de temporada, se dejó remotar de forma absurda con dos goles encajados en el tiempo de descuento. Se podría haber puesto a nueve puntos de diferencia, y finalmente sigue a seis. Aún mantiene demasiada ventaja, pero siempre viene bien que pierda el Valencia. A los valencianos se les debió quedar la misma cara de tonto que a nosotros o al Madrid, que fue barrido, en su propio estadio, por el Barcelona. Por cierto, vaya exhibición de Iniesta. ¡Qué jugador! Qué fácil es jugar al fútbol con jugadores como el albaceteño. A ver si encontramos a uno que sea la mitad de bueno que él. Con eso me conformo.

El Athletic de Bilbao cedió dos puntos en su estadio. Cuando parecía que se iba a llevar el gato al agua, ya que se había adelantado a falta de diez minutos para el final, el Racing de Santander consiguió empatar en el minuto 92. Mazazo.

El Málaga tampoco fue capaz de ganar en su estadio. El Osasuna aprovechó la única ocasión que tuvo y el Málaga sólo consiguió empatar. Mereció más el Málaga, lo que hace el empate aún más doloroso.

Y el Atlético de Madrid volvió a caer estrepitosamente. Lo malo es que se ha dado tal batacazo que parece que Manzano podría ser destituido. Una pena, porque tener a Manzano en el banquillo es casi una garantía de que el Atlético de Madrid no sea rival para nosotros. A destacar el partido de Romaric, que, además, marcó un gol, desmarcándose en velocidad –sí, era Romaric. Lo juro– y de fuerte disparo cruzado.

Así que, más o menos, nos quedamos como estábamos. Oportunidad de oro perdida para el Sevilla, pero, al menos, no nos adelantan. Podría haber sido mucho peor.