No la he perdido del todo, porque aún recuerdo partidos de pretemporada muy buenos, donde se salía a ganar desde el primer minuto, donde se presionaba con sentido, los jugadores se desmarcaban, se ofrecían, se daba la importancia a la posesión del balón, se defendía bien y se hacía un buen juego de ataque.
Después, con puntos ya en juego, se han hecho partidos muy buenos, donde todos los jugadores han dado un buen nivel y han tenido muy buena actitud, como contra el Málaga, el Valencia o el Barcelona.
Pero el partido de ayer me ha dejado muy preocupado. No puede ser que faltando aún media hora para la finalización del partido, y con el marcador 1-1, estuviera deseando que llegara el pitido final, porque veía que el equipo estaba roto y que era un pelele en manos del Athletic; veía un equipo que no era capaz de crear peligro, de dar dos pases seguidos, sin cohesión, sin coraje, sin confianza, sin juego, sin orden… hasta sin suerte.
Me pregunto cómo puede cambiar tanto un equipo. Es difícil de encontrar una explicación, pero la actitud de los jugadores es básica. No entiendo por qué nuestros jugadores presionan poco, y, cuando lo hacen, lo hacen mal. Ni tan poco entiendo por qué están tan inmóviles, por qué no se desmarcan, ni se ofrecen, ni se apoyan. ¿Por qué todos los equipos que llegan aquí corren más que nosotros? ¿Acaso tienen mejor condición física? No creo que sea así, porque esto ocurría ya con otros preparadores físicos.
Por otro lado, hay otras cosas a las que no encuentro explicación. Como, por ejemplo, ¿cómo es posible que, siendo casi todos jugadores internacionales, perdamos con tantísima facilidad el balón? ¿Cómo es posible que no seamos capaces de recuperar el balón en un saque de banda en contra y de no perderlo si es a favor? Es que llegamos a ser tan torpes en este sentido que, prácticamente, un saque de banda es balón para el contrario. ¿No es esto entrenable? Entonces, ¿por qué no se mejora este aspecto?
Me preocupa sobremanera la baja capacidad de reacción de Marcelino. Ayer el Athletic dominó el partido, casi de principio a fin, por varios motivos, pero uno de ellos, además de que Muniaín se movía con absoluta libertad y hacía lo que le daba la gana, era el poco acierto de Trochowski y Fazio. Pues Marcelino dejó sobre el terreno de juego al alemán hasta el minuto 67 y a Fazio durante todo el partido.
No sé que verá Marcelino en Fazio. Posiblemente quedó rendido ante el partidazo que hizo el argentino en Santander, cuando él entrenaba al Racing. Pero los sevillistas sabemos que los partidos buenos de Fazio en el Sevilla se pueden contar con los dedos de una mano, y puede que hasta sobren dedos. En mi opinión, a Fazio le pierde su suficiencia y su escasa visión de juego. Además, se limita a defender y, a la hora de crear juego, es casi nulo. Es de suponer que ayer jugó de titular para marcar a Llorente, pero quizás la mejor forma de anular a Llorente es conseguir que no le lleguen balones, controlando el centro del campo, y seguro que tanto Salva –espectador en el banquillo– como Campaña –espectador en la grada– habrían hecho mejor trabajo que Fazio en ese sentido.
Más vale que Marcelino espabile pronto. A estas alturas, debería haberse dado cuenta ya de que en su plantilla hay jugadores mejores que Fazio, que Escudé está pidiendo un banquillazo a gritos desde hace bastante tiempo, que Trochowki en la izquierda no rendía –y ha jugado varios partidos en esa posición–, y que Cáceres posiblemente aporte más al equipo de central, porque es su posición natural.
También Marcelino debe corregir el sistema defensivo. Nos llegan con mucha facilidad y, para colmo, nuestros centrales no están nada acertados. Ayer una mala entrega de Spahic –está fallando demasiado– nos volvió a costar un gol. Encajando dos goles por partido no vamos a ningún sitio.
Del árbitro, casi mejor no hablar. Ayza Gámez fue, prácticamente, otro jugador más del Athletic. No pudo estar más desacertado. Estos árbitros que utilizan dos varas de medir no me gustan nada.
El de ayer no es un partido para olvidar, sino para tenerlo muy en cuenta. Lo único bueno del partido fue el gol de Navas, la jugada de Rakitic y que no llovió. Si no cambiamos radicalmente, la clasificación para la Europa League será un imposible. En este plan, es absurdo hablar de Champions.