
Ayer se fue Renato Dirnei Florencio, que para mí ha sido uno de los mejores centrocampistas en la historia del club. Sin embargo, excepto quizás en la temporada que llegó y alguna que otra más, nunca ha sido titular indiscutible, quizás debido a que el brasileño es el típico jugador que se nota más cuando no juega que cuando lo hace.
Recuerdo que cuando el Sevilla lo fichó, proveniente del Santos, parecía, según se leían los medios de comunicación, que el Sevilla había incorporado a «un cualquiera», cuando, en realidad, se había hecho con un centrocampista que había sido internacional con Brasil –que no es fácil– y de gran técnica.
El tiempo ha puesto a cada uno en su sitio, y Renato, con su calidad y sus goles (creo que son 25 goles sólo en liga) ha mostrado lo que es: un grandísimo jugador, capaz de dar equilibrio y calidad a la línea medular. Renato es un jugador ejemplar, dentro y fuera del campo –jamás lo han expulsado–, un profesional de los que ya quedan pocos, que asume estar en el banquillo sin montar un escándalo o protestar.
Lamentablemente, el tiempo no perdona a nadie, y ya al Renato de esta última temporada se le ha notado un bajón físico bastante importante. La ley del fútbol es implacable y ya en la liga poco podía aportar. Sin embargo, en un fútbol más lento, como el Brasileño, creo que sí podrá volver a brillar.
Espero que, cuando Renato se retire, vuelva al club, ya sea como ojeador, entrenador o cualquier otro cometido que le asigne el club. Parece ser que el club ya le ha ofrecido algo, pero él ha preferido volver a Brasil. Pero seguro que volverá, entre otras cosas porque se niega a vender su casa de Sevilla, y porque, con estas seis temporadas al servicio de nuestro club, Renato se ha convertido en un sevillista más.